domingo, 1 de noviembre de 2009

En Día de Todos los Santos limeños se volcaron a los cementerios

Como todos los años, miles de limeños acudieron de manera masiva a los diversos cementerios de Lima y Callao, para visitar a sus difuntos con motivo del Día de Todos los Santos y elevar una plegaria para honrarlos y recordarlos con cariño.
Los cementerios El Ángel, Presbítero Maestro, Los Jardines de la Paz, Baquijano, La Regla en el Callao, El Sauce y otros camposantos fueron los más visitados por público de todas las edades, que depositó ramos de coloridas flores en las tumbas y nichos.
El traslado masivo de público, iniciado desde muy temprano, generó por momentos congestión vehicular en los alrededores de los cementerios y largas colas de personas que ingresaban y de otras que salían de los concurridos panteones.
En las calles se notó la presencia de personal de la Policía Nacional y de miembros del Serenazgo para garantizar la seguridad ciudadana. Asimismo, como es habitual, se observó la masiva venta de flores, así como de estampillas religiosas y hasta variados potajes.
Todos se preparan con anticipación para concurrir a la reunión anual en el día del reencuentro de los vivos y los muertos; e incluso algunos festejaron con cervezas, comida y música.
En este Día de Todos los Santos logra reunir en las faldas de un cerro prehispánico a más 150 mil personas entre vivos y muertos.
Los huaylash, las chonginadas, las valichas y los huaynos de origen puneño o arequipeño retumbaban por el cerro, interpretados por las veinte bandas musicales que llegaron para ofrecer sus servicios de cuatro canciones por diez soles.
Los más festivos que danzaron al pie de la tumba del fallecido contrataron a la "Sensación Huanca", una de las orquestas más solicitadas, por 35 soles la hora.
Alrededor de las tumbas, varias cajas de cerveza, platos de pachamanca, arroz con pollo, o los clásicos tallarines de pollo, acompañaron a los familiares en el responso anual en honor a la difunta o el difunto.
El Sauce y otros cementerios populares como la Regla en el Callao, resultaron pequeños para albergar a los vendedores de comida, de chicharrones, pachamancas, anticuchos, flores y hasta la feria de juegos y atracciones infantiles que se instalaron entre los nichos.


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